Las percepciones del Rey
Un poderoso rey encontró finalmente el
amor. Su joven esposa tenía todas las condiciones que un hombre pudiera desear
en la vida. Además de ser hermosa y atractiva, era alegre y entusiasta, con un
corazón amoroso siempre abierto a ayudar a los demás. El amor fluía entre ellos
como en pocas ocasiones se había visto.
En los actos protocolares ella
caminaba orgullosa a la par del rey. Muy alagado el monarca pensaba: “Cuánto me
quiere. Ella sabe que el protocolo indica que debe permanecer detrás de mí, que
mis súbditos pueden ir a prisión si no hacen eso, sin embargo ella me ama tanto
que siempre quiere estar a mi lado”.
En cierta ocasión, ella se disponía
a comer una manzana. Era la última que quedaba y tenía un brillo que la hacía
realmente apetitosa. En eso llegó el rey y al ver aquella fruta resplandeciente
manifestó su deseo de comerla. Ella lo miró con dulzura, le dijo que era la
última que quedaba pero que no tenía problema en compartirla. Tomó un cuchillo,
la cortó en dos y de inmediato le ofreció una de las mitades a su esposo. El
monarca pensó: “Cuánto me quiere. Ella es capaz de compartir lo que sea conmigo.
Que suerte he tenido”.
Pasaron unos años antes que se presentaran
problemas en la pareja. Tras un fuerte altercado, ella se retiró del amplio
salón en el que discutían, dejando al Rey solo. De inmediato el soberano mandó a
llamar a su consejero para quejarse amargamente de su esposa.
- Ella
nunca me quiso – decía lleno de rabia -, cada vez que tenemos un acto protocolar
es incapaz de permanecer detrás de mi, siempre se pone a mi lado y olvida que yo
soy el monarca y que nadie puede ponerse a la par del rey. Es una insolente, no
me ama, no respeta la dignidad de mi majestad. Lo que siempre quiere es brillar
ella por encima de mí.
- Pero su majestad – alcanzó a decir el
consejero.
- No me interrumpa – gritó el rey –. Definitivamente ella dejó
de amarme hace mucho tiempo. Recuerdo aquella vez que llegué hambriento,
solamente había una manzana y ella fue incapaz de dármela. Lo único que alcanzó
a hacer fue cortarla en dos y darme el trozo más pequeño. Que insolencia, tratar
así al Rey, ¿no se da cuenta que ella es sólo un súbdito? He mandado a cortar
muchas cabezas por mucho menos que eso.
Y las quejas continuaron por
mucho tiempo…
Un hecho puede ser visto desde distintas perspectivas por una misma persona dependiendo de su estado de ánimo y/o de la condición emocional en que se encuentra. ¿Cuántas veces hemos dejado que un pésimo estado de ánimo o una mala actitud mental desvirtúe la belleza, las virtudes y las bondades de quienes tenemos a nuestro lado?
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