Marisol Gavidia Hernandez

Marisol Gavidia Hernandez
Marisol Gavidia Hernandez

domingo, 28 de octubre de 2012

EL PENSAMIENTO POSITIVO ALARGA LA VIDA / ORACION

El pensamiento positivo alarga la vida, según científicos estadounidenses.
De acuerdo a investigadores de la Universidad de Yale, en Connecticut, la gente que ve con optimismo su proceso de envejecimiento vive mucho más que los que se quejan todo el tiempo por su futuro.

La investigación sugiere que el que se siente mal porque se está poniendo viejo acelera justamente el proceso de envejecimiento.

En contraste, una actitud positiva agregará más años a la vida que el simple hecho de no fumar o hacer ejercicios de manera regular.

Un grupo de psicólogos estadounidenses encontró que la gente con pensamiento positivo vivió un promedio de 7,5 años más que aquellos que se sentían mal por haberse puesto viejos.
De esta forma creen que los pensamientos negativos sobre el proceso de envejecimiento tienen un impacto directo en el deseo de vivir.

Mejor que la tensión baja

Los investigadores de la Universidad de Yale, encabezados por la doctora Becca Levy, afirman que los efectos de una actitud positiva frente al envejecimiento tienen más peso que aspectos fisiológicos como baja presión o colesterol, factores que suman un mínimo de cuatro años a la vida de un anciano.

Los efectos son incluso mucho más pronunciados que factores tales como mantener bajo peso, no fumar, y hacer ejercicios, aspectos que se cree agregan unos tres años de vida cada uno.

Los psicólogos estudiaron la información aportada por 660 voluntarios mayores de 50 años.

Las muertes entre los participantes fueron comparadas con sus respuestas a varios cuestionarios hechos 23 años antes.

Se les preguntó si estaban de acuerdo o en desacuerdo con afirmaciones tales como: "si eres más viejo eres menos útil".

El equipo de la doctora Levy cree que el absoluto deseo de vivir explica parcialmente el vínculo entre mente positiva y longevidad. En todo caso, piensan que no es la única razón.

Stress

También creen que otro factor es el efecto del stress en el corazón.

Según la Dra. Levy, el estudio lleva dos mensajes. "El descorazonador, es decir, la auto percepción negativa puede disminuir la expectativa de vida".

"El prometedor, o sea, que la auto percepción positiva puede prolongarla".

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Palabras que hacen milagros
La oración es una enorme fuente de poder, a la que se han reconocido grandes logros y curaciones milagrosas. El hecho de que las plegarias funciones refleja nuestra conexión con lo Absoluto y confirma que podemos hablar con Dios de una manera productiva.
Esta comprobado que cuando un santo hindú se pone a meditar, los ejercicios respiratorios que practica ejercen un efecto fisiológico sobre su cuerpo. Con las oraciones ocurre lo mismo. Numerosos experimentos parecen indicar que tienen un efecto benéfico sobre la salud. Sin embargo, en el ámbito científico sigue reinando el escepticismo en torno a este hecho, ya que no se ha encontrado aún una forma de rezar que funcione el cien por cien de las veces, ni se puede predecir con exactitud en que casos sanará la plegaria.
Al psicólogo Lawrence LeShan, que estudió en profundidad la curación a distancia en sus diversas fórmulas, le lla la atención que, en el caso de la oración, fracasos y milagros iban unidos con frecuencia. Según los estudios de LeShan, las oraciones no parecen no funcionar más que en el veinte porciento de las veces.
Las trampas de Dios
En realidad, la razón más práctica para examinar el papel de la plegaria en las curaciones es precisamente que algunas veces funciona. Y además, el hecho de que en ocasiones no lo haga con todo el poder y previsibilidad requeridas tal vez refleje las deficiencias no de la oración, sino de quienes la practican. Quizá los orantes no están en el estado anímico adecuado, no tienen fe o no piden lo correcto. Tal y como escribió C. S. Lewis: "si Dios hubiese atendido todas mis absurdas plegarias, ¿dónde estaría yo ahora?"
En vista de nuestras limitaciones, quizá el camino más sensato a seguir por un Ser Supremo sea el de frenar los efectos de las plegarias o ignorarlas en su mayor parte. Así reduciría el peligro que éstas podrían suponer si fueran utilizadas por seres imprudentes. Ello explicaría que no exista una fórmula eficaz de rezar.
Pero no es sólo eso; si las plegarias funcionaran siempre nadie moriría. En este sentido cabe citar a numerosos líderes espirituales que han fallecido víctimas de enfermedades dolorosas, nada propias de seres elevados. Santa Bernadette, a quien se le apareció la Virgen en Lourdes, murió de cáncer de huesos y tuberculosis a los 35 años; Krishnamurti, el célebre maestro espiritual, a causa de cáncer de páncreas; Suzuki Roshi, divulgador del budismo Zen, de cáncer de hígado; Ramana Maharshi, el santo más requerido de toda la India de cáncer de estómago, y la lista podría ser más extensa.
Las explicaciones a estas disfunciones en personas tan espirituales son múltiples, pero sea cual fuere la respuesta, su actitud nos lleva replantearnos una suposición muy extendida en la Nueva Era: que la falta de salud y las enfermedades denotan carencia de equilibrio espiritual. El argumento desde luego es falso pues si espiritualidad fuera sinónimo de salud ¿cómo explicar, en la otra cara de la moneda, la existencia de esos pecadores con salud óptima? Nadie tiene la culpa de estar enfermo: "Ni él pecó, ni lo hicieron sus padres, sino que esto es para que se manifiesten las obras de Dios en él", así contestó Jesús cuando los discípulos le preguntaron por un hombre que era ciego de nacimiento (Juan 9: 1-3). Tal vez en su respuesta esté la razón última de porque la oración no puede resultar absolutamente eficaz el cien por cien de los casos. Algunas dolencias tienen quizá un sentido cósmico, invisible a los mortales y tan sólo conocido por la divinidad.
¿Adónde van las oraciones?
La nueva forma en que concebimos actualmente el Universo y la psique humana deja obsoletas las creencias bíblicas sobre la existencia de un Dios que está "afuera" de nosotros y recibe nuestros ruegos como si fuera un satélite de comunicaciones. Hoy intuimos que ese Dios intermediario está íntimamente conectado con nuestra conciencia, por lo que el factor divino de la plegaria es interior y no exterior. Precisamente por ello la oración no siempre necesita ser pensada, puede ser inconsciente o tener lugar, incluso, en sueños.

ARTICULOS TOMADOS DE LA WElB
Publicados por: Marisol Gavidia Hernàndez


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